El valor de un buen amigo o de
la amistad, en estos días se ha ido devaluando por malas experiencias como las traiciones,
los chismes o malas actitudes, pero no hay que cerrar el corazón con
desconfianza e inhibirlo de sentir el refugio y el calor de una buena amistad.
Después de todo, un amigo es
una persona en la cual confiar en los momentos difíciles, con la que ríes en las ocasiones especiales, con el que lloras los golpes de la vida y en el que depositas
otro tipo de amor único que se sostiene entre lo familiar y lo íntimo.
Dicen que quienes encuentran a
ese o esos amigos incondicionales, ganan un pilar de apoyo en su vida, un
hermano del alma, una fuente inagotable de alegría y un consejero gratuito
personalizado que puede llenar tu vida de detalles importantes que te hacen una mejor persona cada día.
Sin embargo, hay personas que
afirman que el valor de la amistad no es necesario para la vida, que se puede
vivir sin amigos y que con la pareja o la familia basta. Yo digo que estas
personas se pierden un tercio de las experiencias más bonitas de la vida; de
noches en vela pasando el rato entre películas, chistes perversos y pláticas de
lo que acontece en el día; días de risas sin sentido, reflexiones existenciales
y complicidad absoluta; de momentos de comprensión y palabras de apoyo; de
alguien que te saque de tu realidad con un “hoy nos vamos de rumba” y te
influencie a hacer cosas que no te atreverías; de un gran regalo y obsequio de la vida.
Con un amigo te puedes revelar
tal cual eres sin ser juzgado, ser libre de decir lo que quiera y marcar tu
opinión y posición real de las cosas sin temor a ser señalado o replicado;
hacer planes de lo que sea sin compromisos afectivos de ningún tipo, perder la
vergüenza en los desafíos que te imponga la vida, compartir el sentido
aventurero y arriesgado que surjan y finalmente, siempre encontrarás un lugar y
una persona a la cual acudir cuando lo demás no esté funcionando.
Por supuesto que no todas las
personas pueden ocupar ese lugar tan especial, ya que, al igual que las
relaciones amorosas, las amistades se construyen con tiempo, paciencia,
confianza, tolerancia, comprensión, cariño y fidelidad. Solo entonces sabremos
que habremos encontrado en alguien, no el amor de un noviazgo o el perfil de un
esposo o esposa, sino un verdadero confidente y amigo con quien compartir la otra mitad de un cupcake.
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